Ya llevamos un buen tiempo observando como a lo largo del país, caminan por las calles como (literalmente) “perro por su casa”, diversos y grandes cantidades de animales cuadrúpedos, especialmente los denominados “perros”; los que a su vez, terminan causando de esta forma, enfermedades, suciedad en el ambiente, lesiones e incluso muertes; producto de las mordeduras realizadas por estos mismos perros vagos, y también por perros no vagos, pero que producto de la irresponsabilidad y despreocupación de sus dueños, salen a las calles, hacen su gracia y vuelven a su casa felices de la vida, e impunes.
Esta situación, si bien en un comienzo no inquietó a las autoridades del país, hoy en día y a causa de múltiples lesiones que se han registrado por parte de la población (y que han afectado específicamente a niños), hacen de esto un tema país, y por ende una preocupación nacional.
Como cualquier tema de interés nacional, han surgido diversas ideas para enfrentar esta “plaga”, entre las que destacan “chips” colocados a los perros, para tener un control de la cantidad, lugar de origen, lugar en el que se encuentran éstos; además surgió en su momento, la idea de que todos aquellos perros fueran a una perrera central, cosa que no fue recogida, producto de los gastos que pudieran implicar. Es así como llegamos a una de las medidas que más acogimiento tiene entre los responsables del orden de la comuna, pero que al mismo tiempo posee el más alto desistimiento por parte de los defensores animales… estamos hablando del exterminio de estos perros vagos.
Si bien tal medida, puede sonar un poco exagerada, ¿Por qué los defensores de animales no se la juegan por mejores soluciones?; y por otro lado, ¿Dónde está la responsabilidad de todas esas personas que terminan llorando y pidiendo ayuda por televisión, por perder a su animal, lo que significa sumar uno más a la lista? ¿Desde cuándo con llantos y frases como “era todo para esta familia (para nosotros, para mí)”, se escapan de responder por los descuidos?. He aquí el gran problema, de todo esto… la impunidad y la irresponsabilidad de los dueños.
Respondiendo a esto mismo, en varios países alrededor del mundo, y que además, no gozan de la plaga que poseemos nosotros en nuestras calles, han tomado la decisión y con bastante éxito, de colocarles un “chip” al perro, y así llevar un control acabado de la cantidad de caninos dentro del país, además de poder ubicarlos vía GPS. Esto implica, que en caso de que el animal se pierda, la familia puede acudir a este servicio para encontrarlo, pudiendo obviamente dar con su paradero, pero no sin antes pagar una multa bastante ejemplarizadora, para no volver a caer en tal descuido.
Producto de lo anterior, coincidiremos en que los primeros grandes culpables de esta crisis sanitaria urbana que viven muchas ciudades de nuestro país, son los propios dueños de “estos cachorritos”, los que terminan siendo abandonados, o se terminan escapando gracias al descuido de sus propietarios. Es así, como se hace suficiente que uno de estos perros se mezcle con otro, para que la especie empiece a aumentar, y como dice la lógica: [padres abandonados sin dueños = hijos abandonados sin dueños –en perros-]. Estos descuidos que pueden nacer desde el simple acto de dejar la puerta o una reja abierta, hasta un acto inconsciente (pero no menos irresponsable), como el de no tapar o preocuparse por los espacios que se observan entre reja, los que muchas veces, permiten (por su anchura) que el animal se escape sin despeinarse; también deben ser entendidos como parte de la responsabilidad de los dueños.
Como se puede comprender, la problemática de qué hacer para solucionar la temática de los perros vagos, debe partir con una mayor formalización y dificultad de los procedimientos para adoptar un perro u otra mascota, para que de esta forma se pueda llevar a cabo un control más acabado de cuántos animales hay y dónde están circulando; como si fueran un ser humano más, mal que mal son seres vivos que de variadas formas actúan muy similar a nosotros. Además se hacen necesarias, por lo visto, una mayor cantidad y dureza de las sanciones hacia aquellas personas que abandonen o extravíen a estas mascotas, ya que estos animales no deben ser tratados como tales, en ese contexto, sino que como seres humanos ¿O acaso ustedes abandonarían o dejarían escapar a un hijo? Si muchos protegen los ventanales para evitar una tragedia con sus hijos menores ¿Por qué no se pueden llevar a cabo tales cuidados hacia un animal? ¿Queremos o no queremos a los animales? Muchos lo afirman, pero pocos lo demuestran.
Por último, es bueno tener en cuenta que muchos de los que protestan y reclaman contra la idea de una matanza de animales (idea que no digo que sea la mejor), excusándose en el sufrimiento, maldad e injustificación del acto; no teniendo ninguna idea mejor y viable a mano; han cometido el error de dejar escapar y por qué no, abandonar posiblemente a alguno. ¿No es igual de malo, injustificado y no causa igual sufrimiento una vida a la interperie? Cortemos el cinismo y castiguemos a los irresponsables.
Esta situación, si bien en un comienzo no inquietó a las autoridades del país, hoy en día y a causa de múltiples lesiones que se han registrado por parte de la población (y que han afectado específicamente a niños), hacen de esto un tema país, y por ende una preocupación nacional.
Como cualquier tema de interés nacional, han surgido diversas ideas para enfrentar esta “plaga”, entre las que destacan “chips” colocados a los perros, para tener un control de la cantidad, lugar de origen, lugar en el que se encuentran éstos; además surgió en su momento, la idea de que todos aquellos perros fueran a una perrera central, cosa que no fue recogida, producto de los gastos que pudieran implicar. Es así como llegamos a una de las medidas que más acogimiento tiene entre los responsables del orden de la comuna, pero que al mismo tiempo posee el más alto desistimiento por parte de los defensores animales… estamos hablando del exterminio de estos perros vagos.
Si bien tal medida, puede sonar un poco exagerada, ¿Por qué los defensores de animales no se la juegan por mejores soluciones?; y por otro lado, ¿Dónde está la responsabilidad de todas esas personas que terminan llorando y pidiendo ayuda por televisión, por perder a su animal, lo que significa sumar uno más a la lista? ¿Desde cuándo con llantos y frases como “era todo para esta familia (para nosotros, para mí)”, se escapan de responder por los descuidos?. He aquí el gran problema, de todo esto… la impunidad y la irresponsabilidad de los dueños.
Respondiendo a esto mismo, en varios países alrededor del mundo, y que además, no gozan de la plaga que poseemos nosotros en nuestras calles, han tomado la decisión y con bastante éxito, de colocarles un “chip” al perro, y así llevar un control acabado de la cantidad de caninos dentro del país, además de poder ubicarlos vía GPS. Esto implica, que en caso de que el animal se pierda, la familia puede acudir a este servicio para encontrarlo, pudiendo obviamente dar con su paradero, pero no sin antes pagar una multa bastante ejemplarizadora, para no volver a caer en tal descuido.
Producto de lo anterior, coincidiremos en que los primeros grandes culpables de esta crisis sanitaria urbana que viven muchas ciudades de nuestro país, son los propios dueños de “estos cachorritos”, los que terminan siendo abandonados, o se terminan escapando gracias al descuido de sus propietarios. Es así, como se hace suficiente que uno de estos perros se mezcle con otro, para que la especie empiece a aumentar, y como dice la lógica: [padres abandonados sin dueños = hijos abandonados sin dueños –en perros-]. Estos descuidos que pueden nacer desde el simple acto de dejar la puerta o una reja abierta, hasta un acto inconsciente (pero no menos irresponsable), como el de no tapar o preocuparse por los espacios que se observan entre reja, los que muchas veces, permiten (por su anchura) que el animal se escape sin despeinarse; también deben ser entendidos como parte de la responsabilidad de los dueños.
Como se puede comprender, la problemática de qué hacer para solucionar la temática de los perros vagos, debe partir con una mayor formalización y dificultad de los procedimientos para adoptar un perro u otra mascota, para que de esta forma se pueda llevar a cabo un control más acabado de cuántos animales hay y dónde están circulando; como si fueran un ser humano más, mal que mal son seres vivos que de variadas formas actúan muy similar a nosotros. Además se hacen necesarias, por lo visto, una mayor cantidad y dureza de las sanciones hacia aquellas personas que abandonen o extravíen a estas mascotas, ya que estos animales no deben ser tratados como tales, en ese contexto, sino que como seres humanos ¿O acaso ustedes abandonarían o dejarían escapar a un hijo? Si muchos protegen los ventanales para evitar una tragedia con sus hijos menores ¿Por qué no se pueden llevar a cabo tales cuidados hacia un animal? ¿Queremos o no queremos a los animales? Muchos lo afirman, pero pocos lo demuestran.
Por último, es bueno tener en cuenta que muchos de los que protestan y reclaman contra la idea de una matanza de animales (idea que no digo que sea la mejor), excusándose en el sufrimiento, maldad e injustificación del acto; no teniendo ninguna idea mejor y viable a mano; han cometido el error de dejar escapar y por qué no, abandonar posiblemente a alguno. ¿No es igual de malo, injustificado y no causa igual sufrimiento una vida a la interperie? Cortemos el cinismo y castiguemos a los irresponsables.